
Descubrí que los momentos más vergonzosos de mi pasado se han convertido en los recuerdos que más he evocado.
"Hace ocho años compré un pantalón de vestir muy lindo, que llevé al trabajo porque a la salida del mismo iba a pasear con mi novio. Durante una distracción mía, alguien metió en mi bolsillo un bolígrafo para que se lo sostuviera, con tanta mala suerte que estaba roto y la tinta azul comenzó a inundar el pantalón beige.
Rápidamente llamé por teléfono a mi mamá para preguntarle que debía hacer para quitar tal mancha. Ella me sugirió que con alcohol tratara de disolver la tinta. Entonces, tomé un poco de algodón y alcohol del botiquín y me dirigí al baño. Una vez allí, adentro, se empezó a disipar mi angustia, ya que pensaba que pronto tendría todo resuelto, pero no fue así. La mancha comenzó a crecer con cada aplicación del líquido, el algodón se tiñó completamente... pintando también mis dos manos.
Cuando empezaba a mascullar una excusa para mi apariencia, siento que me golpean la puerta y me piden que, por favor, salga pues debía acompañar a alguien que se sentía mal, en la ambulancia, hasta el hospital. Junté coraje, crucé los brazos para ocultar un poco de tanto desastre y enfrenté la situación...por suerte, para mí, todos estaban pendientes del enfermo... pero, no pude huir de las miradas en el hospital cuando se percataron de la "desquiciada", que acompañaba a un paciente, con un pantalón con un manchón del tamaño de un plato y con las dos manos completamente pintadas, hasta las muñecas, de azul."
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